Yo creo que esta
publicación de Virginia Satir, titulada Mis Metas y que aparece en el libro "En
contacto íntimo" de la editorial Concepto S.A. en su onceava reimpresión en
Méjico en 1988, tiene esa estructura característica de escrito simple pero
profundo, que merece ser disfrutado .
En este texto la autora, de quien ya he escrito
algunos otros comentarios, propone lo siguiente:
Quiero amarte
sin absorberte,
Apreciarte sin
juzgarte,
Unirme a ti sin
esclavizarte,
Invitarte sin
exigirte,
Dejarte sin
sentirme culpable,
Criticarte sin
herirte,
Y ayudarte sin
menospreciarte.
Si puedes hacer lo mismo por mí, entonces nos
habremos conocido verdaderamente y nos podremos beneficiar los
dos
Comencemos por
la expresión "amarte sin absorberte". Creo que se refiere a la posibilidad de
amar al otro permitiéndole ser. Esto significa: permitirle ser libre, ser ella o
él mismo. Para poder desarrollar libremente su personalidad desde sus creencias
y valores. Desde su mapa representacional y conceptual del mundo. En resumen, se
trata de observar al otro desde el respeto, sin intervenir en su construcción,
para beneficio de mis propósitos egocéntricos. Es importante reconocer nuestro
egoísmo y nuestras ganas de controlar a la otra persona, para que se acomode a
nuestros intereses.
Y esto se enlaza
muy bien con la siguiente frase, donde la doctora Satir, nos invita a apreciar a
la otra persona sin juzgarla. Qué difícil no juzgar, no censurar, no perseguir.
Pues desde niños hemos sido educados en la crítica. En la observación evaluadora
de nuestros padres y maestros y por lo tanto de sus juicios que nacen de su
comportamiento como seres de control y manipulación. Entonces perpetuamos la
acción de juzgar y la convertimos en nuestra aliada más poderosa, para de esta
forma obligar a los demás a actuar y pensar según nuestro criterio.
Amar es dejar ser. Entonces nuestras uniones de
pareja no pueden convertirse en una forma sutil de esclavitud. No se trata de
establecer un vínculo entre un amo y un esclavo. Se trata del encuentro
respetuoso y responsable de un par de personas que desde la libertad optan por
acompañar al otro en sus respectivos caminos; sin presiones, sin culpas, sin
chantajes emocionales.
Y mucho menos se
trata de exigir al otro que actúe, piense, reaccione o se comunique en una
determinada dirección. Renunciado a sus propios ideales, valores y mapas de
creencias.
Lo preferible es
formular una invitación amistosa y amigable a ese otro, para que nos acompañe en
el camino. Pero dicha compañía no se puede exigir. No se puede obligar. Porque
debe originarse desde el deseo del otro. Desde la búsqueda del otro. No
únicamente desde mi deseo o mi necesidad de ser acompañado.
Porque si, en
medio de la marcha, se suscita una necesidad de caminar solo, entonces es cuando
se puede recobrar la libertad sin remordimientos. Pues, es posible abandonar sin
sentirse culpable.
Criticar se facilita cuando se hace con
amor. Con respeto por el proceso y el estilo del otro. Cuando se busca ayudar al
crecimiento personal propio y de la pareja.
Y la ayuda a mi
pareja o compañero de viaje, tiene sentido cuando la ofrezco para agilizar el
camino y no para entorpecerlo. Porque una ayuda que paralice no es ayuda. Una
ayuda que incapacite no es ayuda. Una ayuda que genere dependencia, no es
ayuda.
En esta línea,
amar se parece más a un proceso de desapego que de apego. Pues se trata de
caminar, respetando las individualidades, que de fusionarme con el otro,
perdiendo la identidad y el libre albedrío.
Por ello quiero
amarte...sin absorberte... para que seas tú misma.