En cierta ocasión un reportero le
preguntó a un agricultor si podía divulgar el secreto de su maíz, que
ganaba el concurso al mejor producto, año tras año. El agricultor
confesó que se debía a que compartía su semilla con los vecinos.
- ¿Por qué comparte su mejor semilla de maíz con sus vecinos, si usted también entra al mismo concurso año tras año? preguntó el reportero.
- Verá usted, señor, dijo el agricultor.
El viento lleva el polen del maíz maduro, de un sembradío a otro. Si
mis vecinos cultivaran un maíz de calidad inferior, la polinización
cruzada degradaría constantemente la calidad del mío. Si voy a sembrar
buen maíz debo ayudar a que mi vecino también lo haga.
Lo mismo es con otras situaciones de
nuestra vida. Quienes quieran lograr el éxito deben ayudar a que sus
vecinos también tengan éxito. Quienes decidan vivir bien, deben ayudar a
que los demás vivan bien, porque el valor de una vida se mide por las
vidas que toca. Y quienes optan por ser felices, deben ayudar a que
otros encuentren la felicidad, porque el bienestar de cada uno se halla
unido al bienestar de todos.
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